Los nuevos planeros

El Disenso

Estos días Macri está abriendo el paraguas, porque parece que no hay dólares en el tesoro. Mauricio confirma, luego duda, luego reconfirma que el 11 de diciembre se levanta el cepo, pero insiste, casi como una novedad, conque no hay dólares.

Macri no sabe por qué no hay dólares, se ve que no se acuerda que hubo una época en la que teníamos una “deudita”, y que las finanzas argentinas no alcanzaban siquiera para pagar los vencimientos de los intereses. Tampoco se acuerda, el flamante, de que vino una época de viento en popa, donde llovían dólares sobre nuestro pueblo, y que hubo un presidente del sur que usó esos dólares para ponernos al día. La “deudita” no desapareció, pero pudimos empezar a pagar cada vencimiento con solemnidad de monaguillo. El presidente electo no se acuerda, tampoco, de que la lluvia de dólares terminó en 2008 quizás simplemente porque, como dice el refrán, siempre que llovió… paró. Evidentemente tampoco sabe que la presidenta de la nación ya no tenía dólares para cumplir al mismo tiempo con los compromisos de deuda y con la demanda interna, y tuvo que elegir entre la brecha y el default. En el mundo de Mauricio, Argentina vive con viento en popa, los dólares llueven y la brecha cambiaria responde exclusivamente al sadismo conque un gobierno dictatorial castiga a sus mejores ciudadanos. En fin.

La cosa es que dólares no hay, y aún sin tener dólares, el 11 de diciembre se levantará el cepo, y el precio del dólar quedará librado a la mano invisible del mercado. No sé como irá a funcionar la cosa; a mi me enseñaron la ley de la oferta y la demanda y, en ese esquema, la disminución en la cantidad aumenta el precio de equilibrio, en este caso, del dólar. No sé cómo funcionará esa ley anta la declaración brutal de Macri “no hay dólares”, me parece que el precio tendría que levantarse un poco ¿no les parece? Hipotéticamente, podría llegar a infinito. Es bastante grave el tema, porque nadie quiere que su moneda se devalúe infinitamente.

Por suerte, los Macri Boys ya pensaron en esto y tienen la solución perfecta: van a salir corriendo a tomar deuda, y ahí empieza el problema real.

Macri va a tomar jugosos préstamos, nos va a inundar de dólares para responder a la demanda interna. Esos préstamos vendrán acompañados con sus respectivos intereses  que pagaremos en el futuro. Todos nosotros vamos a pagar esos intereses, nuestros hijos también porque, como reflexionó hace unos días Gabriela Michetti, ¿Por qué vamos a pagar nosotros el mundo que le dejaremos a nuestros hijos?

A mi me hace un poco de ruido esa asimetría de que todos paguemos los intereses por los dólares que solo comprarán algunos. Ni siquiera quiero sugerir que esos dólares se los van a entregar con pallets, con camiones repletos de pallets desbordados de billetes (digo figurativamente) a las grandes corporaciones, y solo algunos irán a esconderse bajo el colchón de los orondos ahorristas argentinos.  ¿Por qué pagamos nosotros los intereses por los dólares que, en el mejor de los casos, atesora un ahorrista bajo su colchón? ¿Por qué tengo que aceptar que mis impuestos se usen para subsidiar a los que manejan la plata verde? ¿Por qué comprometer mi futuro y el de mis hijos en pagar los intereses de los dólares que se llevarán algunos ricachones y algunas empresas? Yo pienso que cada uno que compre dólares, y en la exacta medida en que los compre será, a partir del 11 de diciembre, un planero que me está viviendo, pero guarda, no son lo mismo.

En los tiempos populistas que están por terminar, existieron los míticos planeros, una horda de lumpenproletarios ganando fortuna sin laburar, y aun así son tan indignos que exigen un chori por arrastrase a cualquier acto. Yo nunca los ví, pero tampoco los voy a ver, porque la sociedad eligió el cambio.

Los planeros que vienen son lindos, se visten bien, viven en recoleta. Serán planeros Punta del Este, planeros Miami, planeros del auto importado, del todo importado, planeros millonarios y corporativos. Vamos, se viene la época de los planeros multinacionales, esos que agarran nuestro dinero y se lo llevan afuera, las grandes multinacionales, incluso los grandes países planeros del tercer mundo.

Todo esto es muy triste, pero lo peor es que estos planeros que se vienen no son como los otros, estos son reales.


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